SER CRISTIANOS
Recuerdo del catecismo de cuando era pequeño, una pregunta: ¿Qué es ser cristiano? y la respuesta era muy simple, implica dos cosas muy importantes: Creer en Jesucristo y Cumplir sus Enseñanzas. En realidad, no son tan simples, ya que CREER EN JESUCRISTO, más que decirlo con los labios, es vivirlo con el corazón. Si hicieras una encuesta y la pregunta fuera ¿Crees en Cristo? La respuesta, ya sea de un borracho, un drogado, un asesino, un ladrón, un tatuado, un lujurioso, un brujo, un supersticioso, un mezquino, un mal vecino, un violador, un traficante, etc. Te maravillarías de su respuesta y dirías, wow, ¡cuánta fe!.
Pero creer en Cristo no es algo que se dice, es algo que se vive y se practica y CUMPLIR SUS ENSEÑANZAS es cumplir los mandamientos, especialmente el mandamiento del amor es someterse a su voluntad, es decir, es negarse a sí mismo para reafirmarlo a él; es renunciar a sus gustos para hacer todo y sólo lo que le gusta a él. Cumplir sus enseñanzas es amar a Dios y a los hermanos, amarse a sí mismo, amar la naturaleza, pero también es dejarse amar por el que es amor.
ES DECIR, UNA SOLA VEZ SI
Parece ser que cumplir las leyes cristianas no es una opción, es una obligación, especialmente para los que han hecho caso a su llamada. El Apóstol San Pablo no recuerda que el Evangelio que nos predicaron no fue primero sí y luego no (2 Cor. 1, 17-19). El mismo Jesús nos pide que nuestro sí sea sí y que nuestro no sea no, porque lo que se añade lo dicta el demonio (Mt 5, 37).
Antes de decir "Sí" debes pensarlo bien, como el que con pocos hombres va a enfrentar a otro que tiene muchos hombres o como el que se sienta a calcular si con los materiales que tiene podrá construir una casa, no sea que comience y no pueda terminarla y luego los demás se burlen de él (Conf. Lc 14, 28-31). El problema es que con Dios no se juega y si dijiste si a Dios, tiene que mantener ese sí, para que su obra se pueda realizar a través de ti, como fiel instrumento de su gracia.
Y MUCHAS VECES NO
El ejemplo perfecto es María, la madre de Jesús, el Señor y Salvador del mundo. Ella, como cualquier joven de su tiempo debia tener muchas ilusiones, muchos quereres, muchos amores; tener un bues esposo y darle, aunque sea un hijo barón y vivir feliz al servicio y al amparo de Dios.
Pero Dios entra en su historia y cambia totalmente todo (alma, corazon, mente, cuerpo) en ella y hace que toda su atención se centren en y sólo en El "¡Alégrate, llena de Gracia, el Señor está contigo!"... “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin” (Lc 1, 26ss). Aquel día fue el más feliz y maravilloso de toda su vida; el día de los días para toda la humanidad, porque fue el día del Sí, el dia que cambio el curso de la historia del mundo, desde Adan hasta el ultimo hombre que pueble la tierra.
Maria dijo un sí confiado, totalmente confiado. Si sus padres, José, o los judios no aceptaban su testimonio y ella no mostraba claramente su inocencia ante ellos, sedientos de hacer cumplir la ley y de matar, ya que es un pueblo que, según el libro de Daniel 13, 53 "mata a inocentes y absuelve a culpables", la suerte de Maria seria ser sepultada en piedras en la plaza pública.
A pesar de eso, Maria dijo sí, confiando ciegamente en su Dios. Su sí se consumó en aquel senáculo donde junto a los apóstoles, recibiendo, junto a ellos, el Espiritu Santo.